La actividad agropecuaria enfrenta numerosos desafíos, y el invierno no es una excepción. Las condiciones climáticas adversas propias de esta estación pueden afectar significativamente los cultivos y el ganado, poniendo en riesgo la inversión de los productores. Contratar un seguro agropecuario en época invernal es una medida crucial para protegerse contra estas eventualidades y asegurar la continuidad de la producción.

En esta nota, exploramos los beneficios de contar con un seguro agropecuario durante el invierno.

1. Protección Contra Heladas: El invierno trae consigo temperaturas extremadamente bajas que pueden provocar heladas severas. Estas condiciones pueden dañar irreparablemente los cultivos sensibles al frío, como frutales y hortalizas. Un seguro agropecuario brinda cobertura contra las pérdidas ocasionadas por heladas, garantizando la estabilidad financiera del productor ante estos eventos.
2. Cobertura por Nieve y Granizo: La nieve y el granizo son fenómenos climáticos comunes en invierno que pueden destruir cultivos y estructuras agropecuarias. La cobertura del seguro protege a los agricultores de las pérdidas económicas derivadas de estos eventos, permitiendo una recuperación rápida y eficiente.
3. Protección por vientos fuertes: Los daños materiales causados a los frutos y productos asegurados, estando en pie, por el paso de vientos (con o sin lluvias) por la plantación asegurada con una velocidad tal que provoque el arranque, fractura de tallos o troncos, desarraigo y desprendimiento de frutos, siempre y cuando las plantas hayan alcanzado el desarrollo necesario para el comienzo de la cobertura plena de granizo según la especie.
4. Apoyo para Infraestructuras: Las instalaciones agropecuarias, como invernaderos y almacenes, pueden sufrir daños por nevadas intensas o vientos fuertes. El seguro agropecuario ofrece protección contra estos daños estructurales, asegurando que las infraestructuras críticas permanezcan operativas y seguras.

Contar con un seguro agropecuario en época invernal brinda tranquilidad a los productores, permitiéndoles concentrarse en la gestión de sus actividades sin la constante preocupación por los imprevistos climáticos. Esta tranquilidad facilita una mejor planificación y toma de decisiones a largo plazo.